Esta foto fue tomada en el jardín público de un pequeño pueblo toscano llamado Laterina. Estoy bajo un enorme y maravilloso cedro que los lugareños llaman cariñosamente el Alberone (árbol grande). Sus ramas forman una estructura majestuosa, monumental y articulada.
Un amigo, en un año particularmente seco que hizo sufrir a la vegetación, me dijo en broma que al Alberone no le importaba la sequía, porque tenía sus raíces en el centro de la tierra. De hecho, era verde, en excelente estado de salud. Desde entonces siempre lo he imaginado así, no afectado por sucesos contingentes.
Sin embargo, si miras la parte superior, verás que a pesar de su tamaño gigantesco, falta la punta del árbol.
Se dice que un rayo lo privó de la punta. ¿Ha reclamado Júpiter sus prerrogativas sobre este árbol que parece invencible a todos los efectos? No sé, pero a veces cuando me meto bajo su baúl para tocar mi arpa, en las tardes de primavera o en las tardes de verano, casi me parece que participo de una pequeña porción de su aparente eternidad.
Foto de (c) Enrico Giulia